Mis tres valses preferidos son La Valse de Ravel, de 1920; el Vals nº 2 de la Suite para orquesta de variedades de Shostakovich y el que hoy propongo, el vals de la suite Masquerade, de Aram Khachaturian.
Georgiano de nacimiento aunque armenio de
origen, Khachaturian compuso este vals como parte de la música incidental del
drama Masquerade, de Mikhail Lermontov. En el texto se dice de un vals con
el que se abre la obra que es nuevo, hermoso y que uno queda atrapado entre la
alegría y la tristeza. Khachaturian lo pasó fatal, sin duda abrumado por la
responsabilidad de hacer realidad lo imaginado por Lermontov. Pero no solo lo
logró, sino que fue capaz de añadirle algo más a la música de su vals, sutilmente
deslizado entre la alegría y la tristeza: el presagio del drama.
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