A esta décima sonata se la conoce como la sonata de los insectos por la abundancia de trinos y trémolos que contiene. El propio autor, muy metido en el misticismo teosófico, escribió:
"Los insectos nacen del sol que los alimenta. Son los besos del sol, como mi décima sonata que es una sonata de insectos. El mundo se nos aparece como una entidad cuando vemos las cosas de esta manera."
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