La idea fija es esa melodía que, como nos enseñó Berlioz en la Sinfonía Fantástica, vuelve una y otra vez transformada de mil maneras. Mantovani le saca además partido a los timbres de la orquesta, hace que todos sean un poco solistas, cuerdas, percusiones, metales y hasta la propia orquesta cuando la lleva al estruendo.
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