Dutilleux ve en el cuadro tres partes (una terrenal, la del pueblo; otra intermedia, la de las montañas ascendentes; y la última la del cielo estrellado, con esos vórtices que hubiesen encantado a Descartes) y hace que la orquesta refleje esa organización colocando en primer plano doce violonchelos y seis contrabajos, dejando un espacio vacío en medio y situando detrás los instrumentos de viento y percusión (efectivamente: no hay ni violines ni violas).
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