Un concierto para instrumento solista es siempre un juego de tensiones entre la orquesta y el instrumento. Un doble concierto multiplica las tensiones al interactuar los solistas no solo con la orquesta sino entre ellos. En este caso hay que incluir una interacción más, la que se produce entre el neoclasicismo del pasado y las formas de la música contemporánea.
El resultado tiene momentos acariciantes, otros evocadores y bailarines, algunos inquietantes.
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