La versión más famosa es la segunda por su utilización en actos solemnes y en películas, sin duda por un dramatismo tan intenso que es considerada una de las músicas más tristes jamás compuestas.
Siendo absolutamente cierto, es interesante preguntarse la razón de que nos resulte tan triste. No tiene programa al que agarrarnos, no cuenta una historia. Sin embargo, el adagio de Barber es capaz de inducirnos una profunda melancolía. ¿Por qué?
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