Serguéi Prokófiev. Romeo y Julieta (1936)

El ballet que compuso Prokofiev a partir de la tragedia homónima de Shakespeare es unos de los más fascinantes de la historia. La intuición melódica, la potencia de sus marchas, el sentido dramático del ruso  alcanzaron en el verano de 1935, que fue cuando compuso la versión para piano, cotas extraordinarias. Lejos de ser una música meramente incidental, una excusa para la danza, la partitura de Prokofiev posee entidad propia y nos cuenta, más allá del referente literario, una historia construida con los más variados matices, con las más intensas emociones.  

Del ballet, largo, de más de dos horas de duración, Prokofiev extrajo tres suites. La grabación que propongo es una mezcla de las dos primeras y contiene los temas más importantes, aunque recomiendo encarecidamente la escucha del ballet completo.

***

No me resisto a incluir la versión prog-rock que de la Danza de los caballeros hizo en 1992 el grupo Emerson, Lake & Palmer con arreglos de Keith Emerson.

  

***

Aunque la primera vez que escuché la Danza de los caballeros fue en 1971, como sintonía de una serie de televisión sobre Los miserables de Víctor Hugo. 

Enric Raxach. Chimaera (1974)

Sobre un fondo electrónico y abstracto, un clarinete bajo parece surcar paisajes de otro mundo. A veces pareciera que escuchamos las voces de bestias extrañas, alienígenas, mientras que otras, por el contrario, uno cree escuchar los intentos desesperados de alguien que, privado de la palabra, hace por hacerse entender.

Es una experiencia distinta pero sorprendentemente inteligible.      

 

Albert Schnelzer. Predatory dances (2003)

Desde los clusters iniciales sabemos que estas danzas predadoras no nos van a dejar indiferentes. Con un ritmo frenético marcado por un piano en el papel de instrumento de percusión, este trío para violín, violonchelo y piano nos sumerge en un mundo primitivo, oscuro, misterioso. Notas repetidas en las cuerdas, largas escalas de piano, un inesperado violín melancólico... 

Schnelzer es minimalista, primitivista, expresionista, todo a la vez. 

Josep Soler. Requiem para percusión, coro y orquesta (1974)

Este Requiem per a percussió, cor i orquestra es un viaje. Desde el comienzo, extraño, de apariencia caótica, en el que los instrumentos se van incorporando a la obra, las sensaciones suceden en distintos periodos de dramatismo, contemplación, lucha, melancolía... A veces pareciera que grandes fuerzas entran en acción. Otras, que surcáramos el cosmos. Hay momentos de completo extrañamiento. 

Tras un viaje tan lleno de avatares, las voces del coro parecen decirnos que ha llegado la calma, pero la música sigue hablándonos de peligros desconocidos.

Soler no es fácil. Pero con un pequeño esfuerzo encontraremos el hilo narrativo que a través de la percusión nos lleva hasta el trabajo vocal del final. 

Es profundo.