Esto es lo que hace Halffter al enfrentar el cuarteto de saxofones a la orquesta y jugar a eso que tanto le gusta, los contrastes musicales, contrastes en ritmos, en intensidades, yuxtaponiendo partes de calma con otras auténticamente frenéticas en las que la vida parece chillar. El comienzo es difícil, pero pronto el caos de los saxofones se transforma en texturas de variada complejidad.
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